En el año de 1911, se coloco en el centro del jardín de San Juan de Dios, el monumento a la independencia, columna de cantera remata por un águila devorando una serpiente, de un claro ecléctico porfiriano de la época.
El periodo de la historia de México que abarca de 1521, año de la caída de Tenochtitlán, a 1821, consumación de la independencia, es conocido como virreinato (aún cuando en estricto sentido, comienza en el año de 1535 con la llegada del primer virrey don Antonio de Mendoza, conde de Tendilla). Geográficamente abarcó el territorio comprendido desde las provincias de Alta California, Nuevo México y Texas, al norte hasta la frontera de la capitanía general con Guatemala, al sur. La autoridad política recaía en un virrey
Un importante papel tanto económico, como político y moral lo jugó la iglesia católica, dicha institución fue la propietaria de más de la mitad de la riqueza que se generó en el virreinato, por tal motivo fue patrocinadora extraordinaria, que alentó y fomento numerosas empresas artísticas: construcciones arquitectónicas, pinturas esculturas y diversas artes suntuarias.
El periodo virreinal se puede sintetizar como una época de grandes transformaciones y amalgamas étnicas y culturales que daría como resultado el mestizaje del cual hoy día somos herederos como sociedad.
La ciudad de San Luis Potosí, fundada el 3 de noviembre de 1592, fue el último de los grandes asentamientos humanos del siglo XVI. Se le otorgó el titulo de ciudad en 1656 y se le confirmo como tal dos años más tarde por el rey Felipe IV; sus orígenes están íntimamente relacionados con la minería. De sus épocas de bonanza han llegado testigos artísticos de gran calidad hasta nuestros días.